domingo, noviembre 23, 2008

Omar

El día que Omar murió la espesa lluvia que caía parecía la de un sueño, las gotas chocaban contra el techo de zinc queriéndole romper. A las nueve de las noches se corría la voz entre los vecinos preguntándoles a los niños si sabían algo: Polo dijo que le dejó en el Ozama y las informaciones estaban confusas pero nadie sabía nada de él.

La familia se querelló y comenzaron la búsqueda en la orilla del río, el lugar que se le vio por ultima vez, según Tony, fue en frente de la planta eléctrica, en donde hay un pocita de agua poco profunda que soliamos frecuentar; allí los bomberos comenzaron la busqueda, eran las diez y treinta cuando dos buzos se metieron en las contaminadas y sucias aguas para encontrar el cuerpo, era seguro que había muerto, después de cerca de dos horas de intensa búsqueda, hallaron su cuerpo semi desnudo, enterrado hasta la cintura en el lodo de la orilla a algunos cien metros de profundidad. Es tanto los desperdicios y la arena que llega al rio que u orilla esta enlodada. A la hora siguiente su cuerpo estaba siendo velado en su casa, revisiones forenses, rápidas: "Murió ahogao, el muchacho", dictaminó el medico.


En mis adentros no sentía el mínimo deseo de ver su cuerpo, fui a insistencia del Orejón, que casi a rastras me llevó. Si no asisticia sería me llamaría pendejo delante del coro, y eso era vergonzoso. Así que fui.

Tenía el rostro desfigurado: las jaibas y los peces le mutilaron los parpados, nariz y parte del labio superior y una oreja. estuve poco rato y me escurrí entre la gente. aquella noche no pude dormir. Cuando cerraba los ojos le veía con su rostro mutilado invitándome a jugar, y tenía que abrirlos: toda la noche fue lo mismo hasta que al fin amaneció. Fue entonces que se supo de los detalles de su muerte y el porque decidió quedarse sólo: alrededor de un grupo de siete incluyéndole a él se fueron al Ozama a bañarse. Cuanto tiempo permanecieron en esta faena no se sabe, sólo que cuando oscurecía comenzaron a recoger sus ropas, menos Omar que quería quedarse otro rato más. Polo y Tony le pedían que se fueran que era de noche, pero él no hizo caso, y los demás despuntaban la subi-íta.

Tomos dos galones y con una soga se los amarró al cuello, mientras les decía: “Váyanse si quieren…esta noche o aprendo a nadar o muero intentándolo”.

Esas fueron sus últimas palabras.

1 comentario:

Oggi dijo...

Su blog es muy interesante. He pasado un buen rato leyendo sus singulares microrelatos. Lo felicito, adelante.
Cuide un poco más la edición y, para mi torpe juicio, estará perfecto.
Saludos.
Oggi.