"Cuando deseas algo con vehemencia lo conseguirás", esta frase estaba grabada en su mente y su corazón, José Ramón sentía que debía forma parte del equipo de soporte técnico del Banco Central; estudiaba informática y poseía buen dominio de la materia.
¿De dónde le nacían estas ansias? Bueno su madre fue de las primeras en formar el cuerpo de policia bancario y el estar en constante ir y venir por las oficinas le impregnó ese aire de oficina, ver esas mujeres elegantemente bien vestidas y esos empleados con esas finísimas corbatas de colores tan atráctivos le atraia demasiado para no soñar con ser unos de esos ellos. ¿Por qué no?, si le gustaba vestir de así impecable y elegante. Ya conocía algunos empleados que le fueron presentando en sus visitas: Jorge, Andrés, la bella Annie, y el sub-gerente Administrativo Asunción Peralta.
Este era su hombre, el que le podia ubicar donde el deseaba, además el empujón era algo seguro por parte de Peralta, hace tiempo que José Ramón levantaba el teléfono de su casa y siempre era para su madre, ¿quién? simulaba no saber, pero conocía bien la voz: Peralta estaba cortejando a su madre y aunque no preguntaba sabía de la salida de ambos, por ser el único hijo de esta mujer pensaba que era para su beneficio. Por lo tanto no le incomoda para nada muy por el contrario, las estímulaba cuando se sentaban a comer en la mesa y ella no dudaba en hacer valer sus atributos y seducción femeninas para ayudar a su hijo.
Bien, la oportunidad que esperada llegó un viernes, el teléfono sonó, lo levantó:
-¿Sí? un momento por favor...
-...No hijo, es contigo que deseo hablar. Sabes quién soy, ¿verdad?
-Claro que sí.
-Tu madre me ha dicho que estás muy interesado en trabajar aquí y me ha informado que estudias y bueno tengo algo para ti, ¿Estás interesado?
-Claro que si. Es lo que deseo hace tiempo.
-Ven el lunes para que comiences a trabajar de una vez.
-Claro que si, ok, ahí estaré a las 10.30 de la mañana.
Su madre que salía del baño preguntó que si era para ella, José Ramón la cargo y le dijo lo que Peralta le había dicho y estaban los dos super felices. Ella había logrado su parte, miraba a su hijo muy alegre con los ojos humedecidos.
José Ramón se juntó con su amigo y le informó de la buena noticia. Su amigo no era incrédulo, mas bien realista, y de plano le preguntó: ¿ Y cuál será tu trabajo, no te dijo?
-No me dijo, pero sé que es algo bueno, en oficina y con corbatas, ja ja.
-Has tenido tantos de deseos de trabajar en el banco que creo que no estarás mucho ahí. Siempre que deseas estar en algún lugar con tanto afán como lo estás, la decepción es mayor y la caída más dolorosa.-
-No será así, ya verás cuando este allá te informó. Ahora un trago y a celebrar las buenas nuevas.
-Bueno ok José, si tu lo dices.
Llegó el lunes a las 10.20 de la mañana en recepción, se anunció y luego de un par de minutos le invitaron a subir. Bien vestido camisa blanca, pantalones negros, por hoy no uso corbatas pero esa vendría luego. Peralta le envió a Recursos humanos y de ahí a Logística.
Pensó José Ramón: Logística, debe haber un error. Preguntó y sí era donde estaba asignado: primera planta y luego hacía el fondo. La alegría de su rostro se borraba mientras se acercaba.
-Ok, tu el nuevo, ¿cuál es tu nombre? José Ramón.
-Ve al locker cambiate las ropas y vete en esa camioneta azul con el viejo de la gorra.
Volteó y miró, ahora estaba mucho más confundido, hizo lo que le indicadon y al terminar montó y se marcharon.
Esto fue lo que contó a su madre y amigo al tercer día:
"Los quiero decir lo que pasó. y será breve. No trabajo como Soporte Técnico sino, cargando escritorios, sillas, mesas y cajas de papeles, en fin todo lo que se puedan imaginar. Peralta no me recomendó en donde quería, y estos tres días estuve en la cama de una camioneta asquerosa con gentes que para realizar este trabajo toman un trago de ron cada diez minutos, la vergüenza era tal que no hablaba con ellos nada más que lo necesario, y la gorra la usaba hasta los ojos, y simpre iba con la cara mirando mis rodillas. Un día me tocó en las oficinas que tantas veces fui perfumado y bien vestido, por suerte nadie se fijó en mí. Ayer fue mi tercer día y estoy molido, ya no vuelvo más para allá mamí llámale y dile mi pensar, ese no es trabajo para mi.
Su madre no podía creer lo que escuchaba, con lágrimas en los ojos llamó a Peralta y le insultó: "Mi hijo no es un obrero, es un estudiante, lo oyes. Como los pones con gente que bebe todos los días y en su trabajo, te pedí algo donde el pudiera desarrollar sus habilidades, no eso que el dice que hizo estos días, ¡eres un maldito hijo 'e puta!" Y le cerró, esto marcó la ruptura de la amistad entre ambos y del romance también.
Y su amigo, pues, era yo, y aún cuando me recuerdo me vuelvo a reir. Y mi amigo jamás volvió por las oficinas del banco.
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