El fenómeno Barack Obama a destapado el antagonismo existente entre los hispanos y los afroamericanos. Estos últimos ven a los latinoamericanos como la competencia y el desplazamiento de los puestos de trabajos que ellos consideran deberían ser de ellos.
Las expresiones más comunes que escucho son: "Cuando Dinkin era alcalde esta gente se creía dueña de Nueva York"; "Si el morenito ese gana aquí se va armar la del diablo". Lo que estas personas no ven es que Obama es un candidato que posee un discurso y una propuesta que vende que es atractiva y que le gusta a la mayoría, no es un ente disociador o antipático, es un producto nuevo que se esta vendiendo bastante y que luce bien.
Este fenómeno tiene las herramientas necesaias pra encaminar a USA por el camino y el rumbo que merece. Utilizando su propuesta "El cambio en el que podemos cree".
2 comentarios:
Apreciado compañero: te escribo desde Ibiza ( Islas Baleares-España) al otro lado del charco. He llegado a tú blog a través de tu perfil puesto que, al igual que yo, una de tus lecturas favoritas era “Kim” de Rudyard Kipling.
Con respecto a lo que expones en el post, te adjunto una serie de ideas que vi reflejadas en un post de un paisano mío, Lluis Pérez: Comentarte que visto desde nuestra óptica , tan lejana en el espacio….(unos miles de kilómetros) Barack Obama es, sencillamente, un líder extraordinario. Uno de esos políticos que, con la fuerza de la palabra, sabe conectar con las emociones de las personas de aquella Norte-América abierta y progresista que no cree que los pobres merezcan ser pobres, que se siento orgullosa de aquello que de progresista hay en la historia de su país, que no ve la guerra como solución a todos los males (cabe recordar que Obama es uno de los pocos candidatos demócratas que se opuso desde el principio a la guerra de Iraq). Incluso a mí, que soy escéptico respecto de la voluntad real de cambio de Obama en lo que respecta al modelo social norteamericano, me resulta difícil no emocionarme con sus palabras. Unas palabras que remiten a una Norte-América que, oculta, sigue existiendo.
Y es que hace unos días que vengo pensando en esta Norte-América progresista. Una idea que, desde la perspectiva de cualquier español de izquierdas, puede parecer extraña: ya que Norte-América, en el imaginario de una buena parte de la izquierda española, es sinónimo de imperialismo, conservadurismo, neoliberalismo salvaje, fundamentalismo cristiano, oscurantismo e incultura. Una imagen que tiene su origen en la complicidad de los Estados Unidos con el mantenimiento del régimen de Franco, pero que principalmente se debe a la propaganda soviética que durante años llegó a nuestro país vía PCE, por un lado, y al rostro que el país ha sido ofreciendo al mundo desde la revolución conservadora encabezada por Reagan a los años 80, de otra. El rostro de un país dónde hablar de Estado del Bienestar es casi una broma, donde se asume que Estados Unidos es la policía del mundo y dónde impera una cada vez más asfixiante censura religiosa.
Pero el caso es que, cuando lo piensas, te das cuenta de que los valores progresistas impregnan la historia de los Estados Unidos como el catalanismo impregna la de Cataluña. Hablar de la Norte-América progresista no significa hablar de una Norte-América subterránea y no-oficial, sino de las páginas más brillantes de la historia de los EE.UU. Significa hablar de la Declaración de Independencia, de la abolición de la esclavitud, del surgimiento del feminismo y la mayoría de los movimientos sociales progresistas que conocemos, de las primeras experiencias de discriminación positiva, del New Deal, de las leyes antimonopolio de Roosevelt (pioneras en la lucha contra el poder de las grandes corporaciones), de la libertad religiosa, de uno de los movimientos sindicales más fuertes del siglo XX. Significa hablar de Thomas Paine, de Franklin D. Roosevelt, de Martin Luther King, de Abraham Lincoln, de Thomas Jefferson. Y significa hablar, contra el tópico, de uno de los países culturalmente más brillantes del siglo XX: el que nos ha traído el jazz, el rock, la industria del cine tal como la conocemos hoy,los comic books, la novela negra, a Kerouack, a Hemingway….
Odio la Norte-América conservadora. La del creacionismo, la teocracia social, la caza de brujas, el poder de las grandes corporaciones, la gente paseandose por ahí con pistolas bajo la chaqueta, y el imperialismo guerrero. Pero no puedo sentir sino simpatía y admiración por la Norte-América progresista. Quizás Obama no será un segundo Roosevelt, no reconstruirá el Estado del Bienestar heredado del New Deal ni hará frente a las grandes corporaciones que gobiernan de facto su república. Pero no hay duda que, mal que bien, se ha convertido en la esperanza de que la Norte-América progresista podrá, cuanto menos, volver a respirar tras llevar años ahogada por el agresivo conservadurismo instalado en la Casa Blanca, casi sin interrupción, desde los años 80.
Espero que disculpes la longitud del texto. Un abrazo.
al leer tu respuestas ami comentario no puedo otra cosa decir que estoy totalmente de acuerdo contigo, esas America del Norte que dices es la que conocí en mi adolescencia y de la que me enamoré.
Vivo en Estados Unidos desde hace 4 años y me mantengo atento a las elecciones y todo proceso que se suceda aqui, y es asi como dices. hasta la prensa escrita y televisiva al hablar de Obama lucen con un brillo en los ojos inusitado,.
muchas gracias por haber leido mi post y no te preocupes por lo largo de comentario me gusto bastante
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