La vi al caminar por la
calle El Conde con el contoneo
de sus caderas al compás de
sus nalgas; su melena
jugaba sobre sus hombros al
mover con donaire su cabeza.
Adelantó al paso, le alcancé,
me coloqué a su lado. Me miró
sonrió, le sonreí; me detuve por
un instante mientras desaparecía
por entre el tumulto de personas.
Al perderla de vista pensé: "Algun día
la volveré a ver".
1 comentario:
Cuando pasan situaciones como estas, nos quedamos con esas ganas!
Una vez me pasó algo parecido en un tren, y el destino me brindó la oportunidad de volverla a ver.
Saludos
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